Pero,
vamos a ver, hombres de Dios, ¿quién les ha dicho a ustedes que sus hijos no
van a tener formación religiosa en la escuela? Si es que hay ciertas
afirmaciones que son insostenibles, por muchas montañas que mueva su fe. A estas
alturas del siglo, resulta agotador tener que volver a recordar que, dado que
nuestra cultura tiene una base grecolatina y judeocristiana evidentes, es
imposible para cualquier profesor de Humanidades explicar nada sin hacer
referencias a la formación religiosa. ¿Cómo puede explicar un profesor de arte
cómo y por qué se levantó el edificio más importante que hay en cada capital?
Si no se sabe nada de San Pedro, ¿cómo puede comentar un estudiante un cuadro
de un anciano con llaves en la mano? ¿O cómo explicar las filigranas
decorativas de la Alhambra sin saber de la prohibición islámica de representar
la figura humana? Algunas mentes bienpensantes acaso ignoran que en tiempos
remotos el Cristianismo fue revolucionario y actuó contra el Estado. Su
igualitarismo para con los esclavos minó las bases económicas del Imperio
Romano y colaboró a su derrumbe.
Y
ejemplos así hay hasta el infinito.
Ahora
bien, lo que no pueden pretender algunos es que los institutos sean madrasas
donde impartir catequesis católica o que su catequesis valga puntos para entrar
en la Universidad de un Estado aconfesional.
Para la
catequesis están las mamás, las abuelitas y desde luego los catequistas, que es
con quienes aprendimos lo que creíamos esta panda de actuales descreídos de mi
generación. Por cierto, a ver si se ponen las pilas los catequistas, porque
hace poco me dijo una criatura de 2º de Bachiller, comulgada y confirmada, que
la Santísima Trinidad eran el Padre, la Madre y el Espíritu Santo. ¿Influencia
de las nuevas formas de matrimonio?
Pero no
se asusten, nuestras abuelitas hicieron una buena labor; aunque descreídos, no
somos malas personas ni seres degenerados y, en cuanto a vicios, en fin, cada
vez menos, ya ven, así que sus hijos están en buenas manos.
Porque
otra cosa que la intolerancia latente de algunos no entiende es que, más allá
del catolicismo practicante, existe una moral y existe una ética, que el resto
de los mortales también tenemos (buenos) principios y sabemos sostener y
transmitir buenos valores: la libertad de pensamiento, la justicia social, el
respeto al otro, la solidaridad. Que ser buen ciudadano no es ninguna memez y
que no existe la verdad absoluta, y mucho menos la revelada. Palabrita de niño
Jesús.
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