Éstos son tiempos confusos en los que alguna
emisora de radio parece querer recuperar el lenguaje guerracivilista y algún
periodista, a lo mejor soñando con un cameo
en una película como secretario de Goebbels, parece haber perdido
definitivamente el juicio tachando casi de rojo,
¡válgame Cristo!, al ABC.
Hubo un tiempo, hace ahora 80 años, en que
hombres de verdad arrastraron al país a una ilusión colectiva por afrontar
gravísimos problemas enquistados desde hacía siglo y medio, hombres que dieron el voto a las mujeres por
primera vez y que hicieron así nacer el primer sistema político verdaderamente
democrático de nuestra historia, y desgraciadamente el único anterior al que
hoy disfrutamos.
Cómo no reivindicar ahora su defensa de la
libertad, de la justicia social, del sufragio universal, su valentía para
comenzar la reforma agraria, para escuchar los deseos de autogobierno de la
periferia no castellana y, sobre todo, sus campañas de alfabetización que
llegaron al último pueblecito de Las Hurdes, las ¡10000 escuelas! levantadas en
menos de dos años. Jamás antes, nunca después se construyeron tantas. Un régimen
que hace eso por sus niños no puede ser malvado. La República sacó a España del
siglo XIX, los indicadores de riqueza nacional conseguidos no se recuperaron
hasta bien entrados los años 50.
La República no fue la causa de la Guerra
Civil. Su gobierno legítimo sucumbió desvalido a la guerra abierta por el golpe
de estado, en una Europa en la que sólo Gran Bretaña y Francia mantenían a
duras penas la llamita de la democracia frente al Fascismo. Nada ayudaron estas
democracias acosadas a la pobre democracia española, pero los bárbaros
fascistas apoyaron sin tapujos a Franco.
El error, si es que lo hubo, fue no haber
sabido dominar la intransigencia de los conservadores y la ansiedad de los
izquierdistas, no haber podido contener la violencia de unos y otros. Pero, ¿de
verdad podía hacerlo?
¡Cuándo entenderá la derecha democrática de
este país que reivindicar los ideales de la República no es revanchismo alguno!
¿Qué revanchismo ha habido aquí cuando desde la Transición no se han pedido
cuentas a nadie y tribunales españoles
se las han pedido a Pinochet o Videla? Hay que reivindicar la memoria del único
periodo democrático de nuestra historia, la memoria de un alcalde elegido por
los mirandeses y fusilado por los golpistas.
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